Sueño

"Sueño eterno", de Sylvia Ji.

En su mirar había algo que no lograba descifrar. A veces ni se daba cuenta, siempre estaba demasiado atenta a todos los detalles de alrededor como centrarse en algo en concreto. Ello le hacía parecer inconstante o simplemente otra chica distraída y en ocasiones maleducada. Pero esta vez no había nada que vigilar, ningún obstáculo que le hiciera caer o coche que esquivar. Ningún regalo que comprar o ropa que ver por dejar el tiempo pasar hasta la llegada de esa persona que lograra unirlas más, que diera un poco de pimentón al momento y despertara de nuevo a esa chica picarona y despierta.

Era muy triste que la simple presencia externa reavivara una forma de ser que nunca tuvo... salvo con él. No hacía falta alcohol, no necesitaba en ocasiones nada más para pasar de ser la relegada en el banquillo a la reina de la fiesta. Eso podía dificultarle las cosas con ella, a excepción de ese medio en el que cada persona se siente cómoda, conociendo profundamente a alguien y diciendo alguna broma airada, otorgando desmedidamente lo que la retacada se niega a mostrar según la ocasión.

Pero esta vez parecía diferente, cada vez, cada encuentro, ese hermanamiento iba aumentando. No hacía falta demostrar el afecto, era más una protección, una reserva eterna para un momento especial. Y no soportaría un adelantamiento por parte de nadie. Puede que se hubiera vuelto posesiva, no sabía porqué, pero en esta ocasión ella sabía lo que sentía y una necesidad de arroparla en un mal momento era más fuerte que todo lo que pudiese demostrar.

Pero lo que sucede con los malos momentos es que conllevan cosas que no puedes controlar.

Lo físico se interpone a lo sentimental. Lo sensorial gana esta lucha entre lo que está bien y mal. Y solo hay necesidad de consolar en este momento tan crucial, esta encrucijada en la que tal vez se pierda esa compañía siempre reservada, resguardada de los buitres y los malos recuerdos..., de los secretos mejor guardados y los sueños rotos.

Y en este momento nos encontrábamos  con esa mirada desamparada pero acechante, con ese abrazo no comenzado, con ese espacio infranqueable entre ambas. Tantos sueños compartidos que la realidad se hacía demasiado evidente, demasiado material..., sólo había que cogerla antes de que el momento pasase de largo. Estaba ahí... dispuesta, sin nombrarlo. Su cuerpo le mostraba más cosas de las que dejaba escapar con la mirada, esa mirada perdida que ahora parecía desnudarla con la imaginación. Sus labios carnosos entreabiertos en una respiración constante pero acelerada, esperando el momento, como un cervatillo presto a correr..., o tal vez como una pantera a punto de saltar sobre su presa. No sabíamos nuestro papel, sólo nos deleitábamos observándonos como si esperáramos a que alguien nos dijera el momento, como en una escena de película muda.

Se pasó la lengua por los labios ya resecos de respirar y ello despertó mi atención dispersa. Era el pistoletazo de salida, o eso parecía. Solo sé que me acerqué tomándole del mentón y le humedecí esos labios dentro de los míos, que con la otra le tomé de la cintura que tan bien conocía de esas noches en las que el equilibrio faltaba. Ella a su vez dejó a un lado la rigidez para responderme dulcemente, recibiendo su regalo harto soñado y acariciando mi pelo y mi cuello desnudo.

El respeto dejó paso a la curiosidad, y el regalo se tornó en ansia de algo más... Nos miramos por un segundo para volver a empezar, palpando por debajo de nuestras blusas, en un juego desconocido a la vez que atrayente. Introduje mi nariz entre sus cabellos mientras ella jugueteaba con mi oreja, a la vez que sin desnudarme tanteaba mi cuerpo por encima de la ropa. Pero la avidez hizo que la curiosidad aumentara y decidiera quitarle el sostén, luchando contra sus costumbres, rompiendo las reglas por una noche. Erizadas y prestas a ser deleitadas, tal y como las imaginaba. Así que las sujeté con firmeza mientras le mordía el cuello,  esperando el ansiado gemido de placer y dolor, la respuesta a mi sed descubierta, la puerta abierta a su actuación.

Su respuesta fue inmediata: me desabrochó el pantalón y metió los dedos por debajo de mi ropa interior, ágil de repente, saltando a un estadio mayor y provocando que mis jadeos fueran ascendiendo a gemidos entrecortados. Sus manos estaban frías pero no por mucho tiempo, el agua que encerraba mi cuerpo pareció escapar con cada gemido, dejando mi boca seca y sus dedos húmedos.

Me miró por un momento y sin decir nada siguió explorando, y yo le dejé hacer mientras la atraía hacía mí, intentando sentirla, en un impulso incomprensible e imposible por tenerla dentro. Solo sé que la tumbé en su colchón y la desnudé rápidamente para colocarme sobre ella y besarle ávidamente mientras mi pelvis seguía su ritmo, una especie de baile ritual, la caza de la pantera a su presa ya inmovilizada... solo que en esta ocasión estaba totalmente a mi merced, liberada. No quería buscarle sentido, sólo dejé que nuestros cuerpos siguiesen sintiendo libremente mientras nuestras manos se entrecruzaban en caricias una y otra vez. No tardó mucho en llegar el momento límite, demasiado estimuladas antes de empezar, no fue más que la mecha encendida lo que nos llevó a un alarido de placer descomunal, cada una a su manera, pero ambas casi al unísono.

Me tumbé encima de ella, amoldando mi cálida desnudez a la suya, recobrando el aliento mientras nos acariciábamos con la mirada perdida. No sabíamos lo que pasaría después, solo queríamos descansar así, una encima de la otra, y demasiado exhaustas para buscarle sentido a este momento. Pues no era extraño que fuera un sueño más, un sueño demasiado real para ser contado...

Comentarios

Inmaculada Montero Torres ha dicho que…
O-M-G!!! ¡me encanta mey! Esto me recuerda a un mini relato que escribí también sobre dos chicas XDD ¡Me ha encantado! (quizás demasiado XDD)

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