Soñando con enigmas
3 de Marzo de 2018,
Se despertó una mañana más con esa sensación agridulce de
que en el fondo de su subconsciente esa persona volvía a aparecérsele como en
una versión mezclada de realidad y fantasía. Llevaba soñando con él una semana
entera, sin darse cuenta de que cada día añadía pequeños detalles propios a ese
ideal que buscaba ansiadamente.
Y aunque en la realidad recibiera menos de la mitad de lo
que querría, era más que suficiente para seguir alimentando sus ilusiones. Qué
más daba un poco más de ese elixir que no le mataría. Podría dejarlo cuando
quisiera, no era más que un pasatiempo que la mantenía activa y soñadora con el
cumplimiento de ese nuevo momento en el que poder acercarse más a él. A esa
realidad revestida de misterio que le otorgaba pequeños placeres visuales y
carnales.
Pero en ese mundo paralelo recreó una persona que nunca la
había hecho sentir así, que su cuerpo simplemente se activaba ante un mínimo
impulso y poco esfuerzo. A pesar de que se topase con pequeños muros de
contención, no eran para ella más que obstáculos contra sí misma que iba
salteando. Pequeñas victorias que se iba agenciando y que al menos siendo
sincera no tenía que temer de nuevo, como años atrás.
Pero seamos honestos, esa frialdad doble de compartir dos o
incluso tres ámbitos del día a día la estaba enfriado y corrompiendo hasta el
punto de que podía llegar a sentir por algunos aspectos. Y luego por la mañana
mirar a su lado y buscar destellos de lo que en su sueño le encandiló.
No queriendo admitir que como un árbol que adornar ha ido
otorgando elogios y logros a quien en realidad no ha hecho esfuerzo por ganar
ni la mitad de ellos. No son más que detalles de otras personas y fantasías que
al igual que en sus sueños está superponiendo a una realidad mayormente dócil
para llevar a cabo sus juegos sádicos. Pero, ¿quién es el sádico aquí, si cada
vez que ambas fuerzas flaquean se ven atraídos como imanes, como mosquitos a la
luz eléctrica?
No queriendo ir más allá de lo carnal y las conversaciones
vagas o semiprofundas, las historias y anécdotas pero cerrando cada momento con
un gesto afectuoso y casto. Dejando que los impulsos a medias incitados por el
alcohol hablen por sí solos, por una mente que nunca quiso pensar más allá que
un esfuerzo a largo plazo por una persona ajena.
Pero a pesar de todo, ella mira esa mañana a su derecha y
conteniendo todas las palabras y malos pensamientos no puede evitar soñar
despierta y escuchar esa respiración casi inaudible, recordar ese ronquido vago
y casi sentir de nuevo ese cuerpo tan cerca del suyo. En la noche más fría del
año, la más blanca del invierno, en la que decidieron simplemente compartir
calor humano en vistas a una tempestad que todo lo hizo para unirlos de nuevo.
Niega con la cabeza para evadir esos pensamientos mientras
sonríe bobalicona y busca en su mente algún otro quehacer con el que ocupar su
mañana, antes de encaminarse a un trabajo en el que tal vez fugazmente espera
encontrarse con su mirada de nuevo. Aunque sea fría y distraída, sólo es un
escalón más que subir para recuperar esa conversación a excusa de algún suceso
acaecido o por suceder.
Alimentada con alpiste para pájaros, sin esperar más manjar
que el que le caiga ese día, será suficiente para seguir latiendo esa leve
esperanza de que algún día el muro de excusas caerá por su propio peso. Por la
constancia y el hecho de dejar parte al
tiempo y el alcohol. De seguir encontrando conversaciones en las que participar
por el mero motivo que poder encontrarse con sus ojos una vez más.
Y mientras va deshilachando esa maraña de enigmas,
pasatiempo en el que se ofreció voluntaria participar, va convenciéndose a sí
misma de que solo es pasajero… como el hecho de estar trabajando en ese lugar,
el cuál ahora se ha convertido en toda su vida y rutina diaria.
Pero es hora de acabar otro día e ir a encontrarse con sus
sueños, tal vez aparezca de nuevo esa persona. Ya mañana pensará en sus
quehaceres hace tiempo postergados.
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