Silencios
El abismo cada vez se hace más patente, esa dura piedra que te recubre al desechar cualquier aspecto positivo del presente, al rememorar un pasado ideal y buscar un Paraíso fuera de tu propio punto de vista.
No hay busqueda salvo un deseo de volar a ciegas, mientras ahorras fuerzas soltando maldiciones sobre todo lo que te rodea. Cada año que muere para tí no tiene validez, pero sin deseos de que transcurra te colocas en un punto muerto, un limbo sin nombre en el que sólo estás tú.
En ese mundo incomprensible y más propio de una persona experimentada y cascarrabias te encuentras, rodeándote de tu mundo y haciendo oídos sordos a todo lo que no sea de tu interés inmediato o tu vivencia.
Empiezas a convertirte en un marido sin nada que atesorar salvo pesimismo y gustos infantiles y caros que no puedes compartir con nadie. Sueños estancados que te obcecas en seguir por no cerrar la puerta de una infancia que hace tiempo ya murió.
Y la cabezonería forma otro muro a la par que ...